lunes, 26 de septiembre de 2011

piromancia o piromanía, según el caso






la procesión va por dentro


tu propia ciudad se acomoda según los sismos

de las cagadas que acumulan tus años

la decadencia, la malacostumbre, el engaño

malambos eternos en boca de otros

tantos verbos viejos

usados, pasados, prestados

revividos en la película diaria

de una mujer que espera una cachetada

por parte del mundo

o de alguien que tenga la mano lista

picante y efectiva


cada cual tiene los planos de su propio infierno

conoce lo que duele, lo que arde

los rincones donde el dedito del pie relincha

zafarrancho hecho y derecho

por donde se filtran los mundos

las palabras

todo aquello que no se dice

pero se piensa, tanto se piensa

y la boca del cordero

aquel que muerde la lengua del lobo

saca a pasear los quilombitos que van a parar

al fondo del cajón o debajo de la alfombra

- según el peso -

hasta que algo les dé fuerza

suficiencia para vivir y hacer morir lo cotidiano


y así tus piernas se van a dormir

entrelazadas y calladas

perdiendo la circulación

ganando kilómetros en algún país del norte

lejos de lo construido y ganado

en tierras pampas, jugando de local

donde la niñez y los recuerdos

se baten a duelo por ganar lugar en la repisa de fotos


y es que la procesión va por dentro

detrás de los dientes inmaculados

junto al loop de la mentira

enterrando en la llanura una montaña

enterrando en mi calvicie tus cabellos

jugando a que no sabemos nada de nada

como siempre, como ahora

porque en los sueños están nuestros miedos

porque allí está la cara de esa mujer

que espera chirlos en vez de bombones

porque allí somos uno con el mundo que no nos deja respirar


y cuando tu cara caiga junto con tu vestido

recién ahí sabré que no queda más por incendiar

que no valdrá la pena buscar respuestas en el fuego

ni en las camas deshechas de aquellos barrios fuleros

desandando pasos que no hemos dado

ocultos en la brisa matutina


(piromancia o piromanía, según el caso)


será entonces cuando decore las paredes

te daré la bienvenida

y planearemos un escape al infinito, juntos


allí donde el tiempo ni los viejos rostros cuentan

donde la soledad es mi boca mordiendo mi codo